miércoles, 8 de abril de 2020

Miércoles Santo, más Esperanza que nunca


por José Antonio Márquez Casas

A todos los que han sufrido y sufren la pandemia del coronavirus, especialmente sus familias y a los que se han marchado.

Miércoles Santo, año de Nuestro Señor 2020, Esperanza siempre Esperanza; en nuestras vidas, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestro ocio, en nuestra salud… más que nunca… Amor y Esperanza. Bendito nombre para la festividad de la Maternidad Divina de María cada 18 de diciembre; “Esperanza”,Expectación el Parto”, u “O”,(por las Antífonas Mayores o Cantos que empezaban con la exclamación “O” en las Vísperas, siete días antes del tiempo de  Navidad).
  
Advocación muy española, nacida en el “Concilio X de Toledo” del año 656 y extendido por toda la  Cristiandad. Patrona de pueblos y ciudades de nuestra península como Logroño o Pontevedra (La Peregrina). Advocación muy unida en nuestra tierra a la Pasión Muerte y Resurrección de Nuestro Señor.

Miércoles Santo, la Esperanza está presente  como ningún otro día del año en las  calles de Almería. Nuestra Señora de la Esperanza Macarena de la hermandad del mismo nombre y muy querida para mí, y  Nuestra Señora del Amor y la Esperanza de la Hermandad de Estudiantes.

Ocho de abril,  Plaza de la Catedral, poco antes de las ocho de la tarde, todavía se escuchará en la lejanía la banda que acompaña a Nuestra Señora de la Merced,  como cada Miércoles Santo, cielo azul turquesa, eterno palio de Almería. Se abrirán las puertas del templo principal de la Diócesis de San Indalecio, comenzará a salir la Cruz de Guía y tras ella todo el cortejo que acompaña a Jesús de la Oración en el Huerto, mirando al Cielo y tras el Hijo, su Madre, siempre junto a Él, Nuestra Señora del Amor y la Esperanza. Cientos de ojos esperaran ansiosos verlos. La Esperanza otra vez, otro año más, “ojala que nos de salud para verla el próximo año”, comentarán los abuelos a sus nietos, embriagados todos por la emoción de un año de espera.

El cortejo comenzará su caminar, dirigiéndose al casco histórico, barrio del que tanto el Señor como su bendita Madre son vecinos más de setenta años, se detendrá en la puerta de la Iglesia de la Orden de las Concepcionistas Franciscanas, hermanas protectoras de esta hermandad, las que esperan con cariño cada año su visita. Cuando el paso de palio se arrié frente a la puerta del templo, la Virgen parecerá recordar que hubo un tiempo no muy lejano en el que ella residió allí, cuidada amorosamente por las hermanas, nuestras queridas “Puras”.

En la plaza Campoamor, los naranjos cercanos al relieve de san Valentín emanarán un maravilloso olor a azahar primaveral con el que cada año recibe a la Señora y a su Hijo orante. Bea y  Carlos una  joven pareja de novios verán acercarse a la Virgen, la chica siempre fue devota de “su Esperanza” llevan poco juntos, pero de la mano le pedirán que ella proteja y guie  el amor que se profesan.

Y cuando anochezca, el sol, feliz de ver esa carita divina en su palio, marchará tranquilo a iluminar a otras partes del mundo que necesitan de su calor. La procesión discurrirá por una de las calles históricas más señeras de nuestra ciudad, y antaño calle principal de la Almería musulmana, La Almedina, al fondo comenzará a escucharse una saeta, si, cada año suena en ese lugar, en ese balcón, una veterana asociación de vecinos del barrio y muchos habitantes de la zona, no quieren que su querida “Amor y Esperanza” discurra por sus calles sin recibir consuelo en su dolor mediante una saeta y unas “florecicas” como decimos por aquí.

Y pasito a pasito llegará a la antigua Mezquita y primera Catedral de Almería, actual parroquia de San Juan. Un grupo de vecinas del barrio, de las que se conocen de “toda la vida” esperan siempre a la Cofradía de Estudiantes, recordando aquel año que siendo niñas, salieron a buscar como cada año al Señor y  a la Virgen que venían de la Catedral, y con emoción recordarán que entonces no procesionó por el Paseo y el centro, y si por el barrio de la Almedina y Pescadería, desfilando por sus calles. Recordarán a sus padres, vecinos, tíos y abuelos, personas  que ya por desgracia no están y que con lágrimas en los ojos, estuvieron muy sorprendidas de que la Virgen hubiera venido a verlos a su calle, a sus puertas, a sus viviendas, a sus vidas. Pidiéndole su protección para a sus familias, para sus moradas, y para todos ellos.
   
A las Puertas del Hospital Provincial de Santa María Magdalena, Silvia y Ángel una pareja joven, embarazada ella, con un ramo de rosas blancas, ansiosamente, esperaran a su amada Señora la que va bajo palio verde. Hablando con su esposo, recordarán como en la Semana Santa del pasado año, en ese mismo lugar, pedía con gran tristeza a esta Virgen tan dulce por su madre, el doctor no lo veía claro y su tía le había insinuado que La Esperanza, hacia muchos milagros, que otras chicas como ella lo habían conseguido. Así pues un año después, allí estará, a punto de dar a luz, una preciosa niña que se llamará Esperanza del Mar.

 Paseo de San Luis, la cofradía lucirá como nunca bajo las palmeras y el ficus de ese lugar, el Señor de la Oración en el  Huerto, que este año ha celebrado su llegada a Almería hace setenta y cinco años, pasará junto a la calle que lleva su nombre frente al kiosco “La Hormiguita.” Revirá de entrada en la calle Real, Rafael un señor con canas, mirada serena y unas pocas arrugas en su frente marcadas por el paso de los años, viaja con su mente a sus años mozos. Recuerda como ayudaba a misa y al culto en la Catedral, era uno de los monaguillos de entonces. Observará un balcón del cercano edificio donde vivió su querido sacerdote Andrés Pérez Molina, su guía espiritual. Parece que fue ayer  cuando, un grupo de “locos estudiantes” del Instituto de Enseñanza Media de Almería, capitaneados por el venerable sacerdote y el catedrático Francisco de Asís Sáiz Sanz, decidieron fundar una nueva cofradía. Su trabajo llegó a buen puerto un buen día en el que fue  bendecida una preciosa imagen proveniente de Granada del Señor de la Oración en el Huerto confortado de un ángel. Al año siguiente, la talla de una Virgen de una belleza sublime, vino de Sevilla, nacida de la gubia del afamado escultor Antonio Castillo Lastrucci, fue un amor a primera vista, desde ese momento le prometió que cada año mientras tuviera fuerzas, acudiría a su cita con ella, muchos años de la mano de  su esposa y ahora. Solo. Una promesa es una promesa.

José y Gádor, una elegante pareja, él con su  traje, sombrero, pañuelo y bastón, ella con una belleza que el tiempo ha mantenido, puerta del Santuario de la Virgen del Mar, recuerda cómo se conocieron un Miércoles Santo de hace… inconfesables años, cuando por el barrio procesionaba  la Cofradía de Estudiantes, el con sus amigos, ella con sus amigas, miradas furtivas, risas, hasta que una Cuaresma él, quiso salir de nazareno acompañando al Señor. De pronto frente a él, se cruzó ella, quería acompañar a la Virgen a la que su madre la presentó al nacer, a la “Esperanza de su Vida.” Desde ese momento se conocieron y se juraron amor delante las Sagradas imágenes y  desde entonces cada Miércoles Santo acuden a la cita para dar gracias por toda una vida juntos.

La Procesión continuará su pausado recorrido por la calle Ricardos, y de allí a Plaza de San Pedro donde se ubica la Iglesia del mismo nombre, antes convento Franciscano, habrá un grupo de chicos acompañados de los monitores de una asociación de ocio y tiempo libre, se les verá felices e ilusionados como siempre al ver al Señor y a la Virgen. Su monitoras Eva Yolanda y Merche comentarán que llevan dos semanas muy inquietos esperando este día, una chica tiene ojos “achinaditos”, María, Lorenzo va en silla de ruedas, Fernando, Gabriel y Ana no hablan, pero sus ojos abiertos denotan que ese momento es uno de los más especiales del año para ellos, todos sonreirán y aplaudirán como si no hubiera un mañana. El capataz detendrá el paso en ese lugar y se acercará con varias rosas de la Virgen hacia ellos... para ellos, lo más parecido a la felicidad absoluta es ver como resplandecen sus caritas en ese momento, la Semana Santa… su Semana Santa.

Ya de madrugada entrará el cortejo en Plaza de la Catedral por la calle de Lope de Vega. La tuna como cada año comenzará a cantarle, por algo esta hermandad de Estudiantes desde su origen, es la universitaria de Almería. Primero el paso del Señor entrará bajo el dintel de la estrecha puerta de nuestra Catedral-Fortaleza, avanzará lentamente. Junto al Él, confortándolo, el ángel Egudiel y los dormidos Apóstoles Pedro, Juan y Santiago. Jesús Orando en el Huerto de los Olivos se despedirá de sus cofrades y de la multitud congregada que lo espera en la plaza. De repente, todos ellos sentirán dentro de sí una sensación inexplicable, “pase lo que pase, velo por todos vosotros.”

Al tintineo de sus campanillas golpeando los varales del palio, la Virgen del Amor y la Esperanza entrará en la plaza dirigiéndose a la angostura de la puerta, girará sobre sí misma, la banda interpretará “Callejuela de la O” mirando a sus hijos, será el momento de decir adiós, hasta el próximo Miércoles Santo pero.. ¿Es un adiós?... no, es un hasta mañana, hasta dentro de un mes o hasta dentro de un tiempo, siempre está en su altar, hoy efímero, el resto del año permanente, donde se le puede hablar, orar, pedir o dar gracias desde el corazón. La Virgen, junto a su Bendito Hijo, siempre esperan nuestra visita con amor, para ella los 365 días son Miércoles Santo y recibe a sus hijos con el calor y cariño de una Madre… La Madre de todos nosotros… Spes nostra.