Casi en las manos sosteniendo el brío,
desprendido y yacente el cuerpo santo
deshabitado está, ¡no alzad el llanto!
Ya tiene luz la rosa y gozo el río.
La muerte confirmó su señorío
sobre la carne del Señor, y en tanto,
si es sombra sana su mortal quebranto,
ya está el tiempo parado, Cristo mío;
ya está el tiempo en el mar y está cumplida
la noche en la mirada redentora
que vió la luz mirando el firmamento.
¡Y volverá el pecado con la vida,
y clavada en la cruz está la Aurora
ya inútil el abrazo y leve al viento!
A Jesucristo nuestro Señor muerto en la cruz para salvarnos
Luis Rosales Camacho (1910-1992)