«… Te aferraste a Él sin poder soltarle, agarrada a Él, como un náufrago se aferra al último madero que queda del barco hundido. Le abrazaste; un abrazo hondo, tanto tiempo ansiado; un beso fuerte, unidos los dos rostros; teñidas tus mejillas con su sangre, limpiándole el rostro con tus lágrimas»
José María Campos Casquet
Pregón de Semana Santa 2005