miércoles, 26 de junio de 2013

Gracias, Diego

Diego Naranjo y Fernando Salas un Domingo de
Principal Función
Te has marchado, como suele ocurrir con los mejores, demasiado pronto, en ese momento de madurez plena que le permite a uno disfrutar de la vida desde el sosiego de la experiencia. Supe del revés que sufriste hace unos días por nuestro común hermano en la Caridad de Santa Marta, Antonio Távora, y hoy he visto en la página de los del cirio azul colgada la consumación del peor de los presagios. Y te has ido en martes, el día del culto semanal, el día de nuestra Santa, esa que siempre nos interroga sobre si escoger el desenfreno del trabajo o apostar por la paz de la oración, habrá sido la primera pregunta de la primera noche en que te habrá servido la cena, entre tantos otros buenos hermanos del Lunes Santo de la celeste Betania. Quizás todavía alguien no entienda el sitio de este obituario, no han tenido la fortuna de gozar de tu amistad y ejemplo, ni de la cercanía y lección que Santa Marta dio en Almería para hacer grande algo, entonces tan pequeño como ahora. Estuviste por aquí, fuiste testigo y yo quiero agradecértelo en nombre de los que sí recuerdan tu presencia y apoyo, en la bendición del Cristo, en la de los Varones, en el Triduo y Función de Nuestra Virgen al que invitaste a Fray Miguel, con tus consejos prácticos y sencillos, en la necesidad de la caridad. Gracias nazareno de cirio azul, y negro en la verdad de la madrugada de alpargata, en la más honda profundidad del sueño del Viernes Santo y en el despertar de las golondrinas cuando los cuatro cirios de las águilas bicéfalas se consumen entrando en la Magdalena.

Para leer, El cofrade que leía a Tito Livio.