Pender de un leño, traspasado el pecho
y de espinas clavadas ambas sienes;
dar tus mortales penas en rehenes
de nuestra gloria, bien fue heroico hecho.
Pero más fue nacer en tanto estrecho
donde para mostrar en nuestros bienes,
a donde bajas y de donde vienes,
no quiere un portalillo tener techo.
No fue ésta más hazaña, ¡oh gran Dios mío!,
del tiempo, por haber helado la ofensa
vencido en flaca edad, con pecho fuerte
(que más fue sudar sangre que haber frío),
sino porque hay distancia mas inmensa
de Dios hombre que de hombre a muerte.
A Cristo en la cruz
Luis de Góngora y Argote (1561-1627)