La Hermandad del Santísimo Sacramento, la de la Virgen de los Dolores -hoy de la Soledad- puso en la calle a Dios el pasado domingo, 21 de octubre, 29º del tiempo ordinario y Jornada Mundial por la Evangelización de los Pueblos, conocido por todos como el día del DOMUND. En la recuperación de su identidad y de su raíz sacramental, nos ha devuelto el mayor acto de caridad y amor que cualquier Hermandad puede ofrecer a su hermanos y feligreses en una estampa de otros tiempos, llevar la Eucaristía a enfermos e impedidos, acercar a gentes humildes y sencillas el pan caliente y recién hecho del Sagrario en cumplimiento del precepto pascual. Viene haciéndolo -en esta etapa moderna desde 2010-, aumentado con un Triduo Eucarístico de adoración al Amor de los amores. Este año hemos acompañado a la comitiva durante todo el trayecto -embelesados de esta espiritualidad a pie de calle-, comprobando, que el ordenado cortejo se mantiene, pero aumenta la devoción y el recogimiento, que se prescinde de exornos extemporaneos, pero que Dios camina ya bajo palio; que aquí las varas -tan innecesarias en Vía+Crucis, traslados o rosarios- son cirios que alumbran su camino; que los que van participan y que lo que se hace no es para que lo vean, ni para dejarse ver en representaciones -a veces hasta indecorosas e inadecuadas-. Si octubre ha tenido algo auténtico ha sido esto, igual que cuando la Paz sale para romper la aurora de la mañana.
