Hacía años que el cofrade Manuel Fernández Gil no se ponía delante de un atril para pronunciar un pregón, una exaltación mariana o la presentación de un cartel, pero la espera bien mereció la pena. Tras las palabras de presentación de Juan José Uroz, hermano de la Congregación, en el escenario de un teatro Apolo elegantísimamente preparado por los hermanos de la corporación del Jueves Santo y que presidía como telón de fondo el impresionante manto regio de Nuestra Señora de las Angustias, Fernández Gil pronunció en la noche del sábado 10 de marzo uno de los más bellos y emotivos pregones que la Semana Santa de Almería ha podido escuchar en décadas.
Sin apenas verso, tampoco se echó en falta, pero con una prosa excepcional, una interpretación y dicción magistral y un sentimiento cristiano y cofrade presente en cada uno de los quince capítulos en los que estructuró su pregón, Fernández Gil trasladó a los presentes por la vida centenaria de la Congregación de la Buena Muerte, sin caer en el historicismo académico ni en el relato sin más de hechos pasados, sino encadenando el pasado con el presente y el futuro de la Hermandad, rindiendo tributo a quienes de una u otra manera contribuyeron con su esfuerzo y compromiso a modelar estos cien primeros años de fe y de devoción a los Sagrados Titulares de la Hermandad de las Angustias y lanzando al aire de nuestra ciudad un profundo grito a favor de la vida y por la vida: por la vida gloriosa después de Su Buena Muerte y por la vida de los hermanos de la Congregación como ejemplo de vida debida a Dios y como ejemplo de mano tendida a todos los hermanos antes de que llegue la última llamada.
El pregón del centenario de la Congregación de la Buena Muerte fue, ni más ni menos, que eso: un mensaje de vida, un pregón de fe, una sublime y monumental catequesis de amor a Jesús y a María y a una Hermandad que ha sido, es y desea seguir siendo referente de vida cristiana y cofrade. Fue una hora exacta de emociones y sentimientos, de devociones y oraciones, que, lo mejor que se puede decir en estos casos, supo a poco y que removió los corazones, y en algunos casos hizo brotar las lágrimas, de los muchos asistentes que quisieron acompañar a la Hermandad de las Angustias en este jubiloso momento de conmemoración de su primer centenario fundacional.
Concluyó el pregonero lanzando y desgranando un precioso mensaje a los hermanos de la Buena Muerte para afrontar este recién iniciado segundo centenario: la fe, el compromiso, la entrega y la ilusión como los cuatro pilares fundamentales en los que sustentar el día a día y la vida de esta tan querida Hermandad en una clara apuesta por los seres más que por los enseres.
Junto al hermano mayor y al consiliario de la Hermandad, presidieron el acto el Vicario episcopal para la acción pastoral y el apostolado seglar y el presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías. Abrió y cerró el acto la Asociación Musical Daliense, destacando el brillante cierre con la interpretación de la marcha La Madrugá cantada por el Coro del Santísimo Cristo de la Luz como regalo de la banda y de la coral de Dalías a la Congregación de la Buena Muerte.
Fotografía gentileza de Antonio Miras Belmonte.